UNA VISIÓN ESPAÑOLA DE LOS SPORTS BRITÁNICOS
No muchas cosas han cambiado al respecto.
Publicado en El Noticiero Balear el día 5 de julio de 1894.
FOOTBALL
SUMARIO
Españoles, ingleses y chinos.- La pelota en Inglaterra.- El foot ball.- Lo que es.- Los grandes partidos.- Desafíos y entusiasmos.- La belleza y el atletismo.
Los chinos y demás orientales se asombran de que los europeos bailen. "¿Para qué molestarse -dicen- cuando hay bailarinas que nos entretengan bailando?".
Preciso es reconocer no obstante que las victorias de los cuatro Larios andaluces, en el Polo Club de París, los españoles somos un tanto chinos, comparados con los ingleses, en materia de ejercicios físicos en general y de juegos de pelota en particular. Nos gusta mucho la pelota, damos sueldos de tenor a los pelotaris, y llevado de su afición a las boleas (o al dinero), hay quién se queda hasta su camisa en los frontones. Pero nada de calzar la cesta o de dar a una pelota; eso no lo hacen hoy en Madrid más que media docena de extravagantes, en su mayoría artistas, y un centenar de chicos; y en provincias, la gente de los pueblos, de suyo admiradora de la fuerza y de la destreza corporal.
Los ingleses, en cambio, son atletas por instinto y por educación. Desde la infancia hasta la vejez su pasión dominante son los ejercicios corporales. Y de estos, los diversos juegos de pelota son los favoritos.
El estudiante cultiva hasta los veinte años el football y las muchachas juegan al tennis. Cuando ya avanzan los años, los hombres cambian el football, demasiado violento y peligroso, por el cricket, y si sus medios de fortuna lo permiten, por el polo.
El football es un juego semejante al polo que describí hace dos semanas. Solo que se juega a pie, con el pie en vez de con mazos y con una pelota de gran tamaño, hueca y con cubierta de cuero, algo parecida a las que se ven ahora en los bazares y con las que juegan los niños en el Retiro. Está prohibido tocar a la pelota con la mano; para evitar que la dé algún adversario puede ser recibida de cabeza, con los hombros y hasta con la rodilla, pero de ningún modo con la mano; se la pega a puntapìé límpio y hay jugador que manda la pelota tan lejos como Pedrós a una de Pamplona cuando la coge a placer; aún así son tan extremos los campos donde se juega al football, que hacen falta dos o tres puntapiés bien aplicados para hacer que la pelota llegue y pase por entre los dos postes que hacen de meta, con lo que se gana tanto.
Para el football, más aún tal vez que para el poloson indispensables condiciones extraordinarias de agilidad, de fuerza, de vista, de osadía y de resistencia. Aún así, raro es el partido sin que algún jugador resulte descoyuntado, descalabrado, con alguna contusión seria o algún hueso roto. Cada vez que cae la pelota se empeña entre los socios de uno y otro bando una lucha a brazo partido por apartarse unos a otros de la pelota y dejar esta libre para que algún jugador amigo pueda darla un puntapié vigoroso en la dirección necesaria. No hay para que decir los esfuerxos que entonces se hacen, las costaladas que se dan y los pisotones y las patadas que se reciben; sin contar con que más de un puntapié destinado a la pelota se pierde en el estómago de un amigo o un contrario.
Los sábados, en todas las ciudades donde hay universidad o collage, el recreo de la población entera es ir a ver los varios partidos de football que en campos cerrados y reservados al objeto dan los teams de las sociedades rivales, y aunque no se hacen apuestas, en público al menos, se discuten los puntapiés dados a la pelota y los mil incidentes del partido con más ardor que se discutían aquí en España las estocadas de Frascuelo y las banderillas de Lagartijo.
De una universidad a otra, de un college a otro salen ratos para jugar partidos en que se eligen con mayor esmero los jugadores que han de formar el team. El team vencedor recibe por telégrafo carteles de desafío de otros teams famosos para disputar a los jugadores de la madre patria el campeonato de football.
A estos grandes partidos acude gente de todo el reino, los trenes llegan cargados de viajeros, ciñe el inmenso campo faja dilatada de carruajes descubiertos, desde los cuales se presencia la lucha, se aplauden con entusiasmo delirante puntapiés buenos, se luncha y se beben rios de Champagne. Los jugadores son objeto de ovaciones mayores que las que se tributarían a un general victorioso en el campo de batalla, y los vencedores son llevados en triunfo si el estado de sus huesos lo permite.
Y lo que con el football, sucede con el cricket, con las carreras de caballos, con el polo, parte de esos ejercicios atléticos que han hecho de la inglesa una raza fuerte y hermosa, rival de la que en la antigua Grecia dió sus modelos a las artes de la escultura y la pintura.
WANDERER.
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