El
abrelatas.
En
1795, Napoleón Bonaparte convocó un concurso dotado con un premio de 12000
francos para quién presentara el mejor sistema de conservación de alimentos con
el fin de que sus tropas estuviesen abastecidas el mayor tiempo posible.
Nicolás
Appert, de profesión cocinero y de nacionalidad francesa ideó un sistema
consistente en guardar carne en frascos de cristal que, una vez tapados, eran
hervidos con el fin de eliminar las bacterias. Este fue el ganador.
Pero
el británico Peter Durand lo perfeccionó sustituyendo el cristal por metal, más
resistente. Este invento fue patentado en 1810.
Para
abrir las latas era necesario ser contundente. Para facilitar su apertura, en
1855 se inventó el abrelatas, consistente en una hoz con la que, una vez introducida,
se podía proceder a la apertura.
Tras
este invento aparecieron otros, como la llave, que consistía en una llave con
una apertura en la punta y con la que previamente habíamos introducido un
saliente de que disponía la lata en la tapa, con el fin de darle vueltas hasta
que el interior quedaba a la vista.
Otro
invento fue la rueda cortante, que después fue dentada, y que es la base del
abrelatas eléctrico.
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